La genética colaborativa sigue un plano único para individualizar la medicina
Hace solo 15 años se reveló la primera secuencia del genoma humano, resultado de un enorme proyecto de los Institutos Nacionales de Salud que abarcó más de una década y costó USD 2.7 mil millones. Esto estimuló un período de descubrimiento genómico que ha cambiado de manera exponencial la forma en que entendemos la salud humana, con el campo de la medicina pediátrica en primera fila. Hoy, en gran parte gracias a los avances tecnológicos que han reducido de manera drástica el costo y el tiempo de entrega de la secuencia genómica, el recién establecido Centro Roberts de Genética Médica Individualizada (Roberts IMGC) de Children’s Hospital of Philadelphia puede coordinar un plan de pruebas genéticas que ofrece a los pacientes y sus familias resultados precisos e integrales en pocas semanas.
“Está revolucionando lo que hacemos en medicina”, comentó Ian Krantz, MD, médico responsable de la División de Genética Humana de CHOP, quien también codirige el centro Roberts IMGC con Livija Medne, MS, LCGC, asesora genética superior. “Ahora tenemos el poder de hacer secuenciación de la siguiente generación y, dado que las pruebas se han vuelto cada vez más complejas y podemos entender cada vez más el genoma, las pruebas genéticas tienen aplicaciones más amplias en todos los campos de la medicina pediátrica”.
Este crecimiento sin precedentes de la genómica fue el ímpetu para la creación de la Colaboración Roberts para Genética y Medicina Individualizada de USD 50 millones que se lanzó en septiembre en CHOP. Se trata del primer programa en el país que aplicará tecnología de pruebas genéticas para individualizar diagnósticos pediátricos y luego traducir los modelos genéticos únicos de los pacientes para informar el manejo clínico, la educación y orientación familiar, la investigación innovadora y, con el tiempo, una nueva terapéutica.
Un donativo de USD 25 millones de la familia Roberts hizo posible la colaboración. CHOP hará una donación equivalente de USD 25 millones en financiamiento interno, y juntos servirán de apoyo a los esfuerzos multidisciplinarios que aprovechan la energía y el entusiasmo de los expertos genómicos de la institución, incluido el Roberts IMGC, la División de Genética Humana, la División de Diagnóstico Genómico, el Centro de Genómica Aplicada, el Departamento de Informática Biomédica y de Salud, el Centro Raymond G. Perelman para Terapéutica Celular y Molecular, y otros.
“Estamos extremadamente agradecidos a la familia Roberts por su notable donativo, que ayudará a Children’s Hospital of Philadelphia a marcar el inicio de una nueva era en la genética y ampliar el alcance de la medicina genética en todas las áreas clínicas del hospital”, expresó Madeline Bell, Presidente y Directora Ejecutiva de CHOP. “La investigación es esencial para la misión de CHOP, y el crecimiento de su Instituto de Investigación es fundamental para nuestra estrategia y compromiso con el desarrollo”.
El nuevo enfoque integrado de CHOP que capitaliza el entendimiento de los fundamentos genéticos de las enfermedades infantiles ya marca la diferencia en la vida de los niños. El Dr. Krantz compartió la historia de Emily, una niña de 9 años, que ingresó al Roberts IMGC tras experimentar dos años de pérdida progresiva de la audición. Se le hicieron pruebas genéticas con un panel de unos 75 genes que son causas conocidas de pérdida auditiva, pero resultaron normales. Dos años después, Emily regresó tras desarrollar algo de pérdida de visión. El Dr. Kratz y su equipo de genética investigaron más a fondo para buscar una respuesta y analizaron el genoma completo de Emily: los 20,000 genomas en una sola prueba.
“Los resultados mostraron que tenía un diagnóstico inusual, muy poco común, de un trastorno neurológico progresivo que la conduciría a la muerte a comienzos de la adultez”, indicó el Dr. Krantz. “Sus cambios genéticos provocaban un problema en el modo de metabolizar una vitamina llamada riboflavina. Era muy importante que la familia supiera esto, porque ambos padres portaban la misma mutación genética. Pudimos orientarlos sobre el riesgo de recurrencia y el pronóstico. Pero lo mejor es que existía un tratamiento”.
Emily recibió terapia de altas dosis de la vitamina faltante y, aunque sus síntomas podrían no ser reversibles, su afección se ha estabilizado. El equipo de genética también evaluó a su hermano asintomático de 5 años y descubrió que también él tiene la mutación genética. Ya recibe tratamiento como estrategia preventiva, y tenemos la esperanza de que no desarrolle ningún síntoma.
Según el Dr. Krantz, esta experiencia familiar es un buen ejemplo del curso que para él tomará la medicina genómica en la próxima década: hacia el estudio de todos los recién nacidos y personas con tecnología de pruebas genéticas para dar a los médicos clínicos la oportunidad de intervenir a tiempo, por ejemplo, al recomendar cambios en el estilo de vida o prescribir terapias farmacológicas. Las pruebas genéticas ayudan a identificar factores de riesgo para varios de los diagnósticos comunes en adultos, como diabetes, hipertensión y alzheimer, que pueden manejarse y tratarse durante la niñez para mejorar los resultados durante toda la vida, según sugiere el Dr. Krantz.
El mayor obstáculo actual para la medicina genómica es la incertidumbre. Los científicos aún no entienden todo lo que ven en el genoma, y a veces, eso puede causar ansiedad en las familias y los médicos clínicos. También podría llevar a pruebas innecesarias que incrementarían los costos de la atención de salud. Por ejemplo, las pruebas genéticas pueden revelar que un niño tiene un riesgo potencial de sufrir una afección cardíaca, pero es posible que no esté claro si la mutación identificada en verdad derivará en un cambio físico perjudicial. Como precaución, el niño podría tener que visitar al cardiólogo una vez al año para hacerse un ecocardiograma.
“Hasta que no encontremos un equilibrio o estudiemos y entendamos que los beneficios superan los costos, las personas serán renuentes a universalizar los estudios de detección genética”, indicó el Dr. Krantz.
Mientras tanto, el centro Roberts IMGC tiene tres genetistas pediátricos: Cara Skraban, MD; Kosuke Izumi, MD, PhD, y Matthew Deardorff, MD, PhD; y dos asesoras en genética, Emma Bedoukian MS, LSCG, y Jennifer Tarpinian, LSCG, quienes se aseguran de que las familias reciban evaluaciones clínicas exhaustivas, educación y asesoramiento, antes y después de sus pruebas genéticas, sobre su utilidad y limitaciones. También analizan las opciones que tienen las familias según el tipo de resultados que desean obtener. En algunos casos, puede que las familias solo busquen respuestas a los posibles problemas genéticos que su hijo experimenta, mientras que otros también pueden querer enterarse de hallazgos secundarios que podrían tener importancia médica. Las asesoras se reúnen con las familias para hablar sobre los resultados y explicarles su importancia potencial, además de ponerlas en contacto con especialistas si es necesario.
Hasta ahora, el Roberts IMGC ha trabajado con alrededor de 2,000 pacientes derivados, y continúa recibiendo unos 100 al mes, una cifra que el Dr. Krantz espera se expanda junto con la disponibilidad de pruebas genéticas asequibles. A medida que más compañías de seguros médicos empiezan a reconocer la utilidad de las pruebas genéticas, la coordinadora clínica del Roberts IMGC, Jasmine Montgomery, trabaja con los matices de las autorizaciones previas y facturación para que las familias no terminen con grandes cuentas por pagar.
De muchas maneras, las pruebas genéticas podrían verse como una inversión a largo plazo en futuros saludables para los niños, ya que proporcionan información sobre sus predisposiciones genéticas, nunca estáticas. Una de las misiones centrales de la Colaboración Roberts es integrar la conformación genética de los pacientes en sus historias clínicas electrónicas para que esta valiosa información esté siempre accesible y sea portátil.
“Podemos estudiar el genoma de un bebé de 6 meses de edad hoy y no encontrar una respuesta, pero dentro de dos años podríamos volver a analizar la información y encontrar una”, aseguró el Dr. Krantz.
La medicina genómica abarca la medicina clínica y el trabajo de investigación de CHOP. Puede orientar a los médicos en el manejo del paciente, pero también genera una enorme cantidad de datos que, con el apropiado consentimiento de las familias, los investigadores pueden utilizar para hacer hallazgos que mejoren la atención médica. Pueden buscar nuevos genes o asociaciones, descifrar cómo funcionan los cambios en los presuntos genes patológicos, y traducir ese conocimiento en el desarrollo de terapias. Parte de la meta del Roberts IMGC es invitar a cada paciente que atienden a participar en un protocolo aprobado por la Junta de Revisión Institucional a fin de colocar sus muestras en un biodepósito para impulsar la investigación. El Roberts IMGC ya ha descubierto seis genes nuevos que se están evaluando.
“Creo que el mundo va a cambiar en forma drástica”, expresó el Dr. Krantz. “Y eso está ocurriendo a gran velocidad en lo que respecta a la medicina. Es un desafío para los que nos dedicamos a la genómica estar constantemente a la vanguardia y mantenernos a la cabeza de esos avances para poder traducirlos directamente hacia nuestros pacientes, lo que constituye nuestra misión aquí en CHOP”.